Establecer unos hábitos saludables es fundamental para reducir el riesgo de recurrencia tras un infarto de miocardio. Para ello se ha comprobado que los programas de rehabilitación cardiaca (PRC) tienen una influencia
positiva en la modificación de los factores de riesgo. Sin embargo, no se conoce la duración óptima de estos PRC.
Médicos de los hospitales La Paz, Gregorio Marañón, Clínico San Carlos (los tres de Madrid), Virgen Macarena (Sevilla), Son Llàtzer (Palma), Lucus Augusti (Lugo) y el General Universitario de Alicante han desarrollado un
estudio prospectivo, aleatorizado, abierto, enmascarado a los evaluadores de eventos y multicéntrico para comparar un PRC estándar frente a otro intensivo más breve en 497 pacientes tras un síndrome coronario agudo.
La diferencia entre ambos programas fue que el estándar se prolongó a lo largo de 8 semanas con 3 sesiones semanales y el intensivo se desarrolló en 2 semanas con 10 sesiones continuadas. En los dos grupos se impartieron
talleres educativos sobre tabaco, dieta mediterránea, actividad física, factores de riesgo cardiovascular, tratamiento farmacológico, estrés emocional, disfunción eréctil y apoyo psicológico. Mientras que el primer grupo
recibió un taller a la semana, en el segundo se impartió uno antes de cada sesión de actividad física.
El programa de rehabilitación intensivo con 2 semanas de duración logró resultados similares a un programa estándar de 8 semanas
Los pacientes del primer grupo tuvieron un seguimiento estándar y los del PRC intensivo tuvieron 3 sesiones de refuerzo. A todos los pacientes se les evaluó al año y se midieron los mismos parámetros que en la visita
inicial.
Según los resultados del estudio, publicado en la Revista Española de Cardiología, los participantes, con una media de edad de 58 años y la mayoría varones (87,3%), mejoraron la adherencia a la mayoría de los estándares
de prevención secundaria definidos sin diferencias significativas entre los dos grupos.
De esta manera, al final del estudio, el 94,2% de los pacientes del grupo intensivo y el 93% del grupo estándar mejoraron al menos 1MET en su ergometría. La incorporación laboral ocurrió de manera similar en ambos
grupos, así como la adherencia al tratamiento. En cuanto a los parámetros de dieta, abstinencia tabáquica, peso y perímetro abdominal, calidad de vida, depresión y ansiedad tampoco se observaron diferencias
significativas entre los grupos.
Los investigadores concluyen que un protocolo intensivo podría presentar una evolución similar al estándar, aunque hay que tener en cuenta que el tamaño de la muestra impide tener potencia estadística para detectar
diferencias en eventos cardiovasculares.
Por tanto, este programa intensivo, señalan los autores, podría ser más útil que el estándar en personas jóvenes que no tienen tanto tiempo para cumplir con un programa estándar debido a la incorporación laboral y en
aquellos centros que no son capaces de atender a un mayor número de pacientes por la limitación de recursos.
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